Mañana se celebra el tercer aniversario de la muerte de Rodolfo Rodríguez El Pana y, los que le conocimos y amamos sentimos una nostalgia desmesurada hacia tan irrepetible personaje. Pudimos conocerle y amarle porque como el mundo sabe, los últimos años de su vida los pasó en España con la bendita ilusión de poder confirmar su alternativa en Madrid, lo que era su sueño dorado y, desdichadamente se marchó al otro mundo sin que el taurinismo le concediera lo que él entendía como un sagrado derecho, no en vano, su carrera así lo demandaba.