Corrida interesantísima de Santiago Domecq que ha mostrado muchas virtudes, de forma especial la casta que han desarrollado sus toros. Casta y, algunos con la nobleza exquisita de lo que puede ser un toro de lidia. Sin duda, el primero y el segundo han sido dos toros de escándalo que han sido desperdiciados por sus lidiadores; vamos, como se decía antaño, se fueron sin torear o, lo que es peor, se les fueron a los toreros.
Es lógico que los toreros, todos, quieran matar los animalitos de Victorino del Rio que, con toda la bondad del mundo son capaces de ofrecer a sus lidiadores lo más grandes éxitos. Claro que, si hablamos de casta, trasmisión, peligro y emoción, eso ya es otro cantar. Ante estos toros, los toreros se aferran a la bondad y, muy tonto tiene que ser un diestro para no lograr el triunfo total con estos «amigos». El señor Del Río estará dichoso y feliz ante el juego de sus toros y, no digamos Paco Ureña que ha salido por la puerta grande tras cotar dos orejas a su segundo enemigo.
Cualquiera asistía ilusionado a Madrid ante la lidia de los toros de Ricardo Gallardo que, como él ha confesado, hoy ha tenido una tarde gris en Madrid. No ha salido ese toro vibrante con el que nos tiene acostumbrados y nos hemos estrellado en el precipicio de la nada. Y, lo que es peor, por momentos, aunque Fuente Ymbro es de procedencia Domecq, en algunos pasajes de la lidia teníamos la sensación de que los toros eran de Juan Pedro, sin duda, lo peor que se le puede decir a un ganadero. No tenían vibración, algunos ni motor, una corrida para olvidar que, como el señor ganadero ha dicho, no quisiera que le saliera otra como la de hoy.