Todo el mundo tiene derecho a una oportunidad y, Pedro Marín ha sido despreciado ante su pueblo, su plaza, sus gentes. Como es notorio, Marín hizo una huelga de hambre en la misma plaza de toros de Albacete, la que por ley le deben una oportunidad por aquello de paisanaje y, lo que es mejor, porque jamás ha toreado en dicha plaza. Pedro, como torero, se quiso reivindicar ante los suyos y, como pago le han dado una larga cambiada prometiéndole que toreará el año que viene.
Pedro Marín se doctoró en Tobarra, un pueblo de Albacete, hace ahora ocho años, tiempo más que suficiente para curtirse como torero y, ante todo, como hombre. Es más, al respecto sobre su huelga de hambre, las confesiones de Marín en aquellos días en los que anhelaba ser incluido en la feria manchega decía que, a fin de cuentas, solo pedía una oportunidad y, de no aprovecharla no molestaría jamás a nadie. Confesiones rotundas las del chico que, sinceramente, me parecieron conmovedoras.
Una oportunidad puede ser el todo o la nada, depende de las circunstancias pero, si ésta no llega siempre nos quedará el mal sabor de boca de no saber qué hubiera pasado de haber sido atendido en este caso, Pedro Marín. Recordemos que, hace tres o cuatro años, no recuerdo la fecha con exactitud, cuando Rubén Pinar estaba desahuciado de todo y por todos, le dieron una oportunidad en su feria, Albacete, y año tras año se ha convertido en el triunfador absoluto de la feria y, lo que es mejor, su nombre sigue sonando al tiempo que Pinar suma festejos todos los años, hasta el punto de que, este año, como premio absoluto a su esfuerzo, en Albacete le han concedido el altísimo honor de enfrentarse a seis toros en solitario.
Tras lo comentado de Rubén Pinar, muy pronto comprenderemos la grandeza de lo que puede suponer una oportunidad. ¿Quién nos dice que Pedro Marín no habría sido un triunfador como su paisano Pinar? Mientras el chico no tenga su oportunidad siempre nos quedará la duda de si podía haber sido y por culpa de las circunstancias no fue. Si aquel quince de agosto de hace muchos años le hubieran negado la oportunidad a Paco Ojeda en Madrid, sin duda alguna, hubiera muerto para el toreo uno de los toreros más emblemáticos de los años ochenta y noventa. Y como en el caso de Ojeda, podría dar cientos de nombres que, de no haber tenido la justa oportunidad que merecían, jamás se hubiera sabido de ellos.
Me parece muy cruel lo que la empresa de Albacete ha hecho con Pedro Marín porque, otros de sus compañeros, no sé si mejores o peores, pero todos torean en la feria. Es más, hasta me atrevo a decir lo que en su día dije, que seis toros para Rubén Pinar me parecen un tremendo exceso porque el chico no tiene argumentos sólidos para que la lidia de seis ejemplares tenga el repertorio que dicho compromiso exige. ¿Qué hacer? Estaba clarísimo. Podían haber montado esa corrida con Rubén Pinar, Pedro Marín y otro espada de más renombre para darle consistencia al cartel, pero no se ha querido hacer y, para el chico aludido, todo ha quedado en una declaración de intenciones en que le pondrán al año que viene.
Qué astutos son los taurinos puesto que, cuando quieren, para bien o para mal, lo arreglan todo con una larga cambiada como antes dije. ¿Quién vivirá al año que viene? Esa es la pregunta obligada. Y con ese amargo sabor de boca se ha quedado Pedro Marín que, repito, como torero, merece una oportunidad en la feria de su pueblo que, tratándose de Albacete, podía haber sido eso, una auténtica oportunidad. Quiera Dios que no le fallen las fuerzas al muchacho y que pueda tener la suficiente paciencia para esperar otro año más en la búsqueda de su más apasionado deseo, poder torear ante los suyos. Me quedo, de Pedro Marín, con la grandeza de sus palabras en las que sentenciaba que, de no haber triunfo jamás molestaría a ninguna empresa. Para decir dicha sentencia hay que ser muy hombre y, Marín, como se ha demostrado, lo es.
Es cierto que, me pongo en su piel y comprendo su tristeza pero que, desde aquí le sugiero que debe de poder más su ilusión que todas las trabas que el taurinismo le quiera imponer. No es menos cierto que, llegado el caso, Pedro Marín debe de dejarse matar como se dice en el argot taurino porque, como él sabe, las medias tintas solo te conducen al hambre. El “hambre” ya la tiene, lo que tiene que luchar es por la gloria. Fuerza, matador.